Dar un paseo por el campo, el parque o la ciudad, puede ser muy agradable sobre todo en primavera, verano y otoño.

Sin embargo, en estas épocas del año, los arboles liberan pequeños granos de polen al ambiente que suelen terminar en la nariz y la garganta, lo que puede provocar la alergia llamada rinitis alérgica.

La alergia, en general, es una reacción del sistema inmunitario hacia alguna sustancia como puede ser el polen, los ácaros del polvo, el pelo o la caspa de los animales, ciertos alimentos, algunas medicinas, picaduras de insectos o el moho.

El sistema inmunitario, cuando se tiene rinitis alérgica, identifica la sustancia aérea como nociva y produce anticuerpos contra ella. De esta manera, la próxima vez que se está en contacto con ese elemento, el sistema inmunitario recibe una señal de estos anticuerpos para que libere una sustancia química, la histamina que está en algunas células del organismo, al torrente sanguíneo y que provoca los síntomas de la alergia.

Los síntomas más habituales de una rinitis alérgica o fiebre del heno, suelen ser goteo nasal, estornudos, picores, sarpullidos, hinchazón o asma, síntomas muy similares a los de un resfriado común.

Diferencias entre resfriado y rinitis alérgica

La diferencia entre el resfriado común y una rinitis alérgica es, fundamentalmente, que el resfriado está provocado por un virus. Además, el moqueo en un resfriado común, suele estar acompañado de dolor generalizado, algunas decimas de fiebre y tos.

Los síntomas de la rinitis alérgica comienzan en el momento que en el que se está expuesto a algún tipo de alérgeno. En países industrializados como España, la población, tanto de hombres como de mujeres, suele tener una mayor predisposición a sufrir alergias en general y rinitis alérgicas en particular.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 40 por ciento de personas que viven en núcleos urbanos tiene síntomas de rinitis alérgica.

Existen otros factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar rinitis alérgica como puede ser tener dermatitis atópica o antecedentes de algún familiar directo, padres o hermanos, con alguna alergia o asma.

Los alérgenos de la rinitis y sus síntomas

La doctora Lucía Valverde Vázquez, alergóloga del Hospital Quirónsalud Huelva, explica que “los alérgenos que provocan síntomas nasales suelen ser ambientales como ácaros, epitelio de animales, polen de plantas y hongos, pero también pueden causar rinitis alérgica los vapores de cocción de algunos alimentos como pescado o mariscos a aquellos pacientes que tienen alguna alergia alimentaria a éstos”.

Los síntomas de la rinitis alérgica, estornudos, mucosidad nasal líquida, congestión y picor nasal, pueden alterar considerablemente las actividades diarias de quien la padece.

Por ejemplo, pueden mantenerle despierto o impedir tener un sueño profundo a consecuencia del moqueo o la tos, lo que implica estar durante el día más cansado de lo normal.

“Se suelen asociar síntomas oculares como picor, enrojecimiento y lagrimeo y, en ocasiones, afecta a los bronquios apareciendo tos seca, dificultad para respirar y sibilancias respiratorias” añade la alergóloga.

Como consecuencia, pueden empeorar las señales del asma, la tos y el silbido al respirar así como la sinusitis, ya que la congestión nasal prolongada por la rinitis alérgica puede inflamar la membrana de los senos nasales.

En los niños que sufren de rinitis alérgica, la infección de oído medio (otitis) suelen ser más frecuentes.

Pruebas diagnósticas

Para llegar a un diagnóstico de rinitis alérgica o fiebre del heno, el médico especialista en Alergología debe llevar a cabo unas pruebas para hacer la historia clínica del paciente.

Una de las pruebas consiste en inocular en el brazo, a nivel cutáneo, pequeñas dosis de materiales que pueden producir alergias.

Si donde se ha puesto el alérgeno provoca una roncha (un pequeño bulto), es que ha habido una reacción alérgica.

Después se realizará un análisis de sangre para medir los anticuerpos que genera esa alergia en el torrente sanguíneo ya que estos aumentan cuando hay un proceso alérgico.

Tratamientos

Una vez diagnosticada la rinitis alérgica, el primer tratamiento será evitar, en la medida de lo posible, el contacto con las sustancias que causan la alergia, “evitar el polvo en caso de ser alérgicos a los ácaros, las salidas al campo en caso de presentar alergia al polen y la humedad si la alergia es a los hongos”, puntualiza la doctora Lucía Valverde.

Otro método de abordar la rinitis alérgica es con medicamentos específicos: los corticoides nasales en aerosol son un tratamiento efectivo, a largo plazo para la mayoría de las personas, ya que ayudan a prevenir y tratar la inflamación, el picor y la secreción nasal que produce la rinitis alérgica. Los efectos secundarios de este fármaco suelen ser olor y sabor desagradable e irritación nasal.

Los antihistamínicos, otra fórmula para tratar los síntomas de la rinitis alérgica, se administran como pastillas aunque también existen en forma de aerosoles nasales y gotas para los ojos.

Alivian la picazón, los estornudos y la secreción nasal pero su efecto para la congestión es menor. Los antihistamínicos actúan bloqueando la sustancia que libera el sistema inmunitario ante una reacción alérgica y que produce los síntomas de la alergia, esta sustancia es la histamina (de ahí el nombre del fármaco).

La inmunoterapia con alérgenos es otro tratamiento cuyo objetivo es cambiar la respuesta alérgica y favorecer la tolerancia inmunológica, “cambia el curso natural de la enfermedad y favorece el desarrollo de la tolerancia”, precisa la especialista en alergología.

En ocasiones, ante la fuerte congestión nasal se recurre a inhaladores descongestionantes que causan importantes efectos secundarios como aumento de presión arterial, insomnio, irritabilidad y dolor de cabeza, además si se utilizan más de dos o tres días seguidos, pueden empeorar los síntomas y provocar efecto rebote.

Es muy importante no utilizar ningún medicamento si no es bajo supervisión del especialista.

Fuente: efesalud.com

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